Entrevista a Miguel Díez Lasangre
Miguel Díez Lasangre es un animador vallisoletano fascinado desde niño por el dibujo y la imagen en movimiento. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, trabaja como profesor de dibujo en educación secundaria. En 1999 estrena "Animal", película que recibe numerosos premios e inicia su trayectoria profesional volcada en el cine de animación. En 2001 ingresa en la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España.
- ¿Qué fue lo que te llevó a interesarte por la animación? ¿Cuál es tu formación previa? No recuerdo cuando empecé a interesarme por la animación. Desde muy niño me ha gustado dibujar, me ha gustado el cómic, la animación y otras cosas relacionadas: creo que todo lo que fuera contar algo por medio de imágenes llamaba mi atención. Curiosamente mi padre era proyeccionista y eso me permitía ver películas desde la cabina de proyección de un cine cuando tenía siete u ocho años. Me fascinaba el que unos dibujitos tan pequeños cobraran vida en una pared tan grande y todo el mundo se quedara pegado a una pantalla. Como en mi familia vieron mi temprana inclinación a este tipo de cosas, tan poco provechosas, a los 11 años me matricularon en la escuela de artes de Valladolid y ahí es donde comencé a aprender los primeros rudimentos del dibujo artístico. Con estos antecedentes iba a ser muy difícil escapar a mi destino.
- ¿Cuáles son tus principales referencias e influencias? Mis referencias gráficas no proceden de otros autores de la animación sino de la tradición pictórica europea. También me ha interesado mucho la manera que han tenido los pintores de extremo oriente de entender el espacio pictórico. No obstante admiro el trabajo de muchos autores del cine animado como Svankmajer o Paul Driessen, por citar a algunos, y aunque sus obras poco tengan que ver con lo que yo hago, es posible que haya recibido inconscientemente influencias difíciles de precisar.
- ¿Qué cualidades debe de tener un buen director de animación? Un director de animación debe ser un buen animador, lo cual parece obvio. Debe conocer los fundamentos de la narrativa cinematográfica y la puesta en escena. Por otra parte, debe ser capaz de coordinar el trabajo de los animadores a su cargo e incorporar las iniciativas e ideas individuales que sirvan para mejorar el producto audiovisual; es decir, tiene que tener una visión de conjunto más amplia y profunda de la que se espera de un simple animador.
- Al igual que muchos otros animadores españoles, realizaste "Animal" casi en solitario. ¿Crees que esto es así debido a los problemas a la que se tienen que enfrentar muchos para llevar adelante sus proyectos o más bien crees que se trata de algo voluntario? En mi caso, y en ese trabajo en concreto, no me planteé otra opción que la de realizar la planificación y la animación en solitario. Era un trabajo con un estilo y una técnica muy personales y lo enfoqué de forma parecida a como se enfrenta un pintor ante su lienzo: tenía una idea y para llevarla a cabo me encontraba con una serie de problemas formales, estructurales y técnicos, que tenía que resolver.
- Tu experiencia antes de realizar "Animal" en el campo cinematográfico era nula. ¿Cuáles supusieron las mayores dificultades que tuviste que afrontar y cómo las superaste? Bueno, mi experiencia no era del todo nula. Aparte de mi formación artística, llevaba unos años haciendo “experimentos” de animación con plastilina y recortes, en super 8. La “moviola metal”, como me gusta decir, la tenía bastante entrenada. No obstante las dificultades nuevas fueron muchas ya que desconocía qué pasos dar para realizar correctamente los procesos de postproducción. Me refiero a todo lo relativo a la filmación, laboratorio, sonorización, ya que se trataba de mi primer trabajo profesional en 35mm. Tuve que dedicar bastante tiempo a recorrer estudios de animación intentando enterarme de aquello que necesitaba saber para acabar mi corto y que no encontraba en los libros por tratarse de esa serie de conocimientos a los que no se tiene acceso si no se ha trabajado profesionalmente en el medio. Por otra parte, cuando realicé mi corto, la informática estaba irrumpiendo en todos los procesos de la animación de una forma vertiginosa y, sin embargo, aún pervivían técnicas tradicionales como la utilización de la truca. Todo esto me hacía ver el panorama de la postproducción de una forma bastante confusa. Afortunadamente, a base de dar vueltas, acabé contactando con una serie de profesionales del medio audiovisual como Eduardo Elósegui, Marino García o José Vinader que me ayudaron a resolver muchos de esos problemas relativos a la postproducción. Como se puede ver, aunque mi proyecto era muy personal, en el cine el resultado siempre es un trabajo de equipo.
- ¿Qué retos te propusiste con la realización de "Animal"? Simplemente dar vida a una idea. Al principió pensé en rodarla en super 8, que era el formato que había utilizado hasta ese momento. Al avanzar el trabajo y ver la cantidad ingente de horas que estaba dedicando al “capricho” pensé que valdría la pena ser un poco más ambicioso y utilizar un formato más lucidito, que pudiera ver más gente, y ya de paso, aprender esos “misteriosos” procesos que estaban detrás de toda película. Por esos motivos la rodé en 35mm. Al acabar el corto, consciente de que mi trabajo llamaba la atención entre los profesionales con los que fui tratando, me animé a moverlo por el circuito de festivales (otra cosa que aprendí sobre la marcha). Para mi sorpresa, el corto empezó a funcionar estupendamente bien desde el principio y me proporcionó mis primeros trabajos profesionales y encargos en el medio audiovisual.
- ¿Buscaste algún tipo de financiación o subvención para tu cortometraje? ¿Se pueden sacar proyectos adelante en España sin ayudas de algún tipo? Cuando decidí hacer “Animal” en 35mm me di cuenta de que además de paciencia me iba a hacer falta dinero. Solicité una bolsa de ayuda a la Comunidad Autonómica de Castilla y León dotada con una cantidad económica muy reducida. El resto del dinero lo puse de mi bolsillo y tuve que pedir dinero prestado. Una vez terminado el corto solicité una subvención del ICAA a trabajo realizado que me fue concedida, con lo que amorticé parte de los gastos de realización. El resto lo recuperé gracias a ganar premios y ventas a TV.
- ¿Qué estás haciendo actualmente? ¿Estás preparando un nuevo proyecto? Estoy animando un corto, otro proyecto personal, aunque no tengo ninguna prisa en acabarlo mientras tenga otras cosas también interesantes que hacer. Llevo bastantes meses trabajando en él y todavía queda mucho trabajo por hacer. Por otra parte, siempre surgen proyectos por encargo que hay que hacer para vivir y me encanta hacerlos porque cada proyecto te da la oportunidad de aprender y de ponerte al día. Lo que tengo muy claro es que si el encargo no me resulta creativamente interesante y no disfruto de margen de libertad para enfocar el asunto a mi manera, no lo acepto. Aparte de animación, hago ilustración, pinto cuadros y he hecho prácticamente cualquier cosa que tenga que ver con la pintura y el dibujo. Como se puede ver, la animación la entiendo como una extensión más de mi actividad artística.
- Las nuevas tecnologías han irrumpido en el mundo de la animación, transformándola profundamente y desplazando a la forma tradicional en que se la conoce ¿Qué opinión te merece su aparición dentro del mundo de la animación? No tengo nada en contra de las nuevas tecnologías siempre y cuando se utilicen “adecuadamente”, es decir, siempre que se adecuen a los fines. Hace pocos meses he realizado por encargo un corto en 3D y me ha parecido una experiencia muy interesante. Por lo tanto, creo que si quieres hacer algo y una nueva tecnología te permite hacer eso ¿por qué no usarla al servicio de una idea? El problema surge cuando la idea está al servicio de la tecnología; entonces el desatino suele estar asegurado.
- Como profesor de animación, ¿qué consejo le darías a otros alumnos que quisieran convertirse en buenos profesionales de la animación? En mi forma de entender la animación, y por lo tanto en mis clases, dedico mucho tiempo a otras cosas relacionadas con la práctica artística. Además de la adquisición de los conocimientos propios de la animación, aconsejo a mis alumnos que dibujen mucho del natural, que se interesen por otras disciplinas artísticas, especialmente por la pintura porque les proporcionará una visión amplia de técnicas y estilos. También les pido que presten atención a la música porque es el arte que mejor estructura el tiempo (y no olvidemos que el control del tiempo es fundamental para un animador). Es importante aprender todo lo que se pueda sobre cine de animación y de actores. El cine de animación es un arte completo que se relaciona con muchas disciplinas y que contempla la utilización de imágenes, sonido, música, guión, interpretación actoral y muchas otras cosas. Así que todo lo que se sepa puede resultar útil al animador, especialmente si es director de animación o realizador de películas.
Años después estudiaría Bellas artes en la Universidad de Salamanca y música en el conservatorio de esa ciudad. Por lo tanto, he recibido formación respecto a las técnicas del dibujo y la pintura. Las técnicas propias de la animación y lo referente a narrativa cinematográfica lo aprendí por mi cuenta. Luego tuve la posibilidad de aprender de profesionales e ir profesionalizándome progresivamente a partir de la realización de mi primer trabajo profesional.
No hace muchos años lo de hacer animación era algo como de marcianos. Los ordenadores y programas para hacer animación no estaban desarrollados ni eran accesibles para un usuario doméstico; no había academias, ni escuelas de animación, casi no existía bibliografía en castellano ni otras muchas cosas que ahora es fácil encontrar. Tampoco había empresas ni profesionales de la animación en una ciudad de tipo medio como la mía, así que la soledad era absoluta y sólo disponía de algún libro y una cámara de super 8. Así comencé con esto de la animación. Ahora el panorama es radicalmente distinto y las cosas son un poco más sencillas para quien quiera empezar a hacer animación.
Otra forma de enfrentarse a la realización de un corto de animación es considerar el problema como la realización de un producto audiovisual más. En ese caso es imprescindible trabajar en equipo en la fase de animación, si se quiere acabar el trabajo en un plazo razonable. Para eso hacen falta fondos y resulta complicado conseguirlos debido a que el corto, en principio, no resulta rentable. Por ese motivo la realización en solitario muchas veces no es una opción sino, la única opción.
En España se pueden hacer proyectos de animación sin ayudas, como en todas partes, a base de currárselo uno todo. A la pregunta de si se pueden hacer cortos de animación, sin ayudas, y que sean económicamente rentables como producto audiovisual o como negocio, creo que la respuesta es “no”
Es cierto que cuando han aparecido avances técnicos en el medio audiovisual han ido acompañados de un descenso transitorio de la calidad estética. Las mejoras técnicas necesitan de un plazo, generalmente de años, para adaptarse al discurso artístico, para encontrar su verdadera utilidad y no ser un mero recurso novedoso. Ahora estamos en un momento en el que los medios técnicos han hecho proliferar la “basura animada” de una forma increíble. De todas formas será cuestión de tiempo el que ese tipo de engendros vayan desapareciendo por tratarse de objetos que no van a resistir el paso del tiempo.
En el caso del 3D se puede observar claramente como los diseños de las películas se están estilizando cada vez más y están abandonando esos intentos de apariencia hiperrealista, aunque la herramienta cada vez está más perfeccionada. Creo que es un claro signo de maduración de ese medio y que empieza a encontrar su sentido. Ahora comienzan a verse cosas interesantes en 3D, cosa que hasta hace poco no ocurría.
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