El 3-D no durará

Al menos, es lo que empiezan a afirmar algunos informadores imparciales, como son el prestigioso crítico e historiador de animación Leonard Maltin y el blogger Jerry Beck. Ambos afirman que todos en la industria (Katzenberg, Lasseter, Cameron, Zemeckis...) "están usando exactamente los mismos argumentos que se utilizaron en 1953" para anunciar lo que ahora se anuncia como nuevo y revolucionario y esto se amplifica a los medios como la televisión y la prensa, que repiten estas mismas palabras sin aportar nada nuevo. Pero según estos críticos, la experiencia del 3-D sigue siendo la misma, no ha cambiado un ápice. Tan sólo se ha perfeccionado la proyección y se ha facilitado la producción, pero en esencia, es lo mismo que ya existía hace cuarenta años. Así que esto tiene pinta de ser más bien una moda pasajera, pero en ningún caso se trata de un cambio fundamental en la industria cinematográfica, como lo fue el paso del mudo al sonoro.
La auténtica razón por la que la industria está forzando a los exhibidores a cambiar al 3-D es porque con ello consiguen en realidad su auténtico objetivo: digitalizar la exhibición. Las cadenas de cines siempre se han resistido a cualquier cambio que implicase un enorme desembolso de dinero. El cambio de una película proyectada con celuloide a otra de forma digital no se percibe como diferente para la mayoría de los espectadores, lo cual les ha servido históricamente a los cines para negarse a realizar el cambio a lo digital, en un momento no precisamente dorado de su historia. El golpe de efecto que el 3-D está causando que se cree una pequeña histeria a actualizarse a los sistemas digitales nuevos. Una vez que los cines se hayan convertido en digitales, no habrá más necesidad para los estudios de volver a crear copias en 35mm, no habrá costes relacionados con el transporte de los pesadas latas y rollos cinematográficos, no será necesario desembolsar nada de dinero para eliminar las copias ya utilizadas. El ahorro para la producción será enorme.
Por ello Jerry Beck argumenta que en el momento en el que la gran mayoría de los cines hayan cambiado al sistema digital, la ola 3-D se acabará, y los grandes estudios se olvidarán del 3-D, como ya hicieron en el pasado.
Este video, presentado como una curiosidad, pertenece a una película de imagen real, "Real Life",  que sólo usaba el 3-D de forma paródica en el trailer.

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